Investigación de campo biológica y una experiencia de comunidad

A principios de abril, unos 80 alumnos y alumnas de los colegios alemanes Temperley y Pestalozzi, junto con ocho docentes comprometidos, viajaron a Verónica, en la provincia de Buenos Aires, para llevar a cabo un proyecto de biología muy especial.

Al llegar al acogedor hogar escolar de Verónica, dirigido con mucha dedicación por Norbert y Gabriela, los estudiantes de ambas escuelas se conocieron a través de una ronda de presentaciones y un almuerzo compartido.

El amplio predio del hogar ofrecía condiciones ideales para realizar investigaciones ecológicas. Ya por la tarde comenzó la parte práctica: en grupos mixtos, los estudiantes realizaron diferentes experimentos biológicos al aire libre. El foco estuvo puesto en estudios de biodiversidad, análisis de suelos y la influencia de factores abióticos como el pH y la permeabilidad del suelo. Todas las actividades prácticas estuvieron directamente alineadas con los requerimientos del programa de Biología del IB.

Cada estación fue acompañada por al menos un docente, mientras los estudiantes documentaban, observaban y analizaban de manera autónoma con la ayuda de un cuadernillo de trabajo. Cada 30 minutos, los grupos rotaban de estación de manera organizada y responsable, fortaleciendo así no solo sus habilidades científicas, sino también su capacidad de organización, autonomía y trabajo en equipo.

Un aspecto especialmente positivo fue el trabajo en grupos mixtos, que permitió fortalecer competencias sociales como la cooperación, la comunicación y el respeto, más allá de las barreras escolares - una experiencia sumamente enriquecedora para todos.

Para distenderse, hubo una salida en bicicleta guiada al pueblo cercano, respetando todas las medidas de seguridad. Más tarde, los chicos disfrutaron de una merienda con té y snacks, lo que les dio nuevas energías para continuar con la segunda ronda de actividades.

Al caer la noche, una actividad creativa cerró el día: en una divertida búsqueda en el bosque, los estudiantes tenían que encontrar a los docentes, quienes solo se daban a conocer mediante luces y sonidos. Al encontrar a una maestra o maestro, el grupo debía cantar o realizar una performance creativa - una propuesta que combinó diversión, espontaneidad y trabajo en equipo.

La segunda noche fue aún más especial gracias a una gran fogata. Sin celulares ni distracciones digitales, se creó un ambiente mucho más vivo y conectado: los estudiantes se mostraron más sueltos, activos y disfrutaron a pleno de la convivencia. Se cantó, se bailó y se cocinó pan en palos - una tradición alemana - al calor del fuego. Más tarde, la noche se fue cerrando de forma tranquila entre música de guitarra y canciones conocidas.

La mañana del último día estuvo dedicada a la presentación de los resultados: cada grupo mostró su trabajo a través de pósters creados de manera manual, sin usar tecnología. Así se fortaleció la autoconfianza, la capacidad de transmitir conocimientos de forma clara y la sensación de logro personal. El esfuerzo colectivo fue evidente y el orgullo por lo conseguido, enorme.

Todo el proyecto estuvo marcado por una colaboración armónica entre alumnos, alumnas y docentes de ambas escuelas. El clima fue siempre positivo, de respeto y valoración mutua. Incluso el clima acompañó: días soleados y, por la noche, un cielo estrellado espectacular donde se veía claramente la Vía Láctea.

Este viaje no solo fue un éxito escolar, sino también un gran crecimiento personal para todos los que participaron: una experiencia que combinó conocimiento, autonomía, contacto con la naturaleza y comunidad de una manera única.